11 mayo 2018

Tempelhof airport building roof renovation . Berlin



Cuando se visita en aeropuerto de Tempelhof, se obtienen una sucesión de datos arquitectónicos de una relevancia sustancial. Muchos de ellos están referidos al encuentro con la ciudad y también con el sentimiento de acogida a los aviones. La figura elegida, una curva continua, es compatible en un ejercicio geométrico con la bienvenida pero se hace incompatible con la cohesión urbana. Para resolver esa incompatibilidad los arquitectos proyectan elementos de enlace, plazas a la berlinesa que compatibilizan ambas situaciones; de este modo una nueva Plaza de Paris y otra de la Bella Alianza fabrican un acuerdo que se articula y encadena con el conjunto del edificio.

Esa enseñanza es sustancial puesto que implica que cualquier entrada o conexión, leyendo el edificio, debería acoplar un espacio intermedio, de conexión, que realizase sin trauma el paso del exterior al interior.

La otra gran impresión que se recibe visitando el conjunto, tiene que ver con la dimensión descomunal para un edificio de los años treinta; con la técnica constructiva y con la anticipación que propone. Es el entendimiento del transporte aéreo como el futuro.

La intervención que proponemos sobre la fábrica del aeropuerto es por tanto una derivada de la lectura de las condiciones contextuales; tienden a apoyar lo existente con unas actuaciones reversibles construyendo sobre lo que es el edificio: un monumento.

Las entradas desde el exterior se resuelven añadiendo unas marquesinas metálicas, unas piezas leves y brillantes que no tocan el edificio pero que actúan como una arquitectura intermedia de baja escala. A la torre 4 se le añade un ascensor y una escalera que resuelven las relaciones desde la entrada principal y que conectan con el sistema general de comunicaciones. La situación del ascensor permite llegar a todos los descansillos, convirtiendo la pieza en un edificio adaptado y resolviendo mediante condiciones de estanqueidad los problemas de evacuación. Esta pieza se convierte en toda su extensión en una gran sala de exposiciones, actuando parte de las  escaleras como graderío para ver proyecciones. Sus pieles no cambian, se valora el estado de su construcción y se le superponen suelos de resina, barandillas y otros elementos mínimos de protección. En estos elementos gana la virtualidad y lo inmersivo, son cápsulas del tiempo.

La gran plataforma superior debe resolverse desde otra condición. Explica lo que se ve, es decir el territorio, se construye entendiendo que el tamaño y la simplicidad entran en resonancia con lo ya construido y con el paisaje.

En este sentido y sobre una gran plataforma tecnológica, como si de un avión se tratase, se superponen usos de muy distinto contenido, dichos usos pueden ser elegidos e intercambiados. Se trabaja con planos con imágenes con grandes objetos tridimensionales y con mantos de vegetación que alivian el exceso de dureza de la cubierta. La introducción de dichos paños vegetales constituye una aportación fundamental al paisaje abrupto del edificio; recuperan la vegetación circundante y hacen del paseo un lugar amable.

Por otra parte las pequeñas habitaciones de la coronación de las torres contienen objetos de pequeño tamaño que deben protegerse. De esta manera la propuesta valora los tamaños y se ajusta en escala a lo edificado, respeta la construcción original mediante tecnologías contemporáneas y hace compatibles distintos usos.
Por último la gran plataforma al aire libre se convierte en una sala multiusos, permite agrupaciones de personas y fabrica un pequeño graderío que recupera la traza del antiguo; es un lugar abierto a la especulación de usos, el verdadero corazón público de la propuesta.

En resumen la actuación valora un edifico pero también, y muy especialmente, lo hace comprensible y accesible para todos en un registro donde la arquitectura moderna se hace compatible con la antigua, ambas caminan en compañía.