08 junio 2012

El arte de lo posible

(Texto sobre el proyecto de oficinas y torre ascensor de Cartagena. Manuel Ocaña, arquitecto)



 “Quienquiera que creyese, ¡ oh soldados míos ¡, que sois traídos aquí solamente para combatir a esta ciudad Qart-Hadast (1), ese tal más echará de ver la fatiga y trabajo vuestro, que el provecho verdadero de esta empresa. Bien es verdad que vosotros combatiréis las murallas de una sola ciudad, mas conquistándola a ella habréis conquistado a toda España” P.C. Escipion 211 B.C


En dramaturgia se suele comentar que cualquiera puede escribir un primer acto, es fácil trasladar estas palabras al mundo de los arquitectos.

Este proyecto surge de ganar el concurso de cómo subir a una de las cinco colinas sobre las que se asienta la vieja Cartago-nova. Pero continua, en diversos y conclusos actos, deslizándose por el burócrata protocolo documental, implementando los expedientes administrativos necesarios para incorporar nuevos elementos a la intervención, como grutas, suelos y edificios.

Un proyecto como este, escrito en varios actos, se me presta, ¿porque no?, a ser analizado bajo una universal estructura dramática (2).
Podemos partir de un primer acto: una hipótesis descriptiva del contexto sociopolítico y cultural generador del proyecto en tiempos posthumanistas; pasar al segundo acto defendiendo una tesis que mantiene que lo interesante del discurso proyectual está en la re-programación urbana, y terminar con un tercer acto. Un tercer acto de síntesis, pero no de síntesis entendida como simple resumen sino interpretada como una composición de un todo mediante la unión de sus partes.


ACTO PRIMERO. URBANISMO Y POSTHUMANISMO
 Se podría afirmar que las obras relevantes que se pueden proponer hoy en las ciudades, se tienen que generar desde fuera del ámbito cultural del viejo y pervertido Humanismo.
Peter Sloterdijk en su lúcido y polémico ensayo de 1999 “Normas para el parque humano” además de denunciar la evidencia de letargo e impotencia entre sus colegas filósofos para reaccionar ante los nuevos problemas del mundo, critica la obsoleta figura del creador de opinión, el sabio que promueve el amansamiento humanístico del hombre mediante la lectura obligada de unos textos canónicos. También revela que la academia es una herramienta humanística que no tiene sentido desde que el mundo de la información ha disuelto el  milenario sistema bipolar de sabio-masa humana. Un sistema que Sloterdijk compara con un “club del libro”, un club de lectores al que no podemos menos que encontrarle divertidas analogías con el profesionalista mundo de los arquitectos en Europa.
Esta es una obra de imposible análisis canónico-estructuralista y con resistencia a ser taxonomizada en cualquiera de los “cajones” que los pastores de la santa arquitectura han definido con sospechosa exactitud. Ni tan siquiera es catalogable por la nueva academia posmoderna americana donde se defienden los paradigmas de la arquitectura contemporánea bajo facetas espacio-bioformales y donde la cita de un parámetro tan vital como es la pluralidad no destaca lo suficiente.

Aquí no hay arquitectura pastoral ni reprimida, hay una liberación disciplinar que hace la arquitectura mas interesante que el paradigma moderno o el paradigma cristiano
Estamos ante una intervención que propone un debate eminentemente antropológico, el debate estilístico no tiene sentido alguno. Sería como el Hitchcotiano McGuffin, el asunto que construye el guión pero que solo es relevante para los personajes de la ficción.
Tenemos que terminar este primer acto haciéndonos una irónica pregunta: ¿Hubiera sido posible realizar una obra como esta, con trascendente repercusión urbana, por ejemplo, en la capital, o en ciudades importantes para ese hipotético “club”?


ACTO SEGUNDO: RE-PROGRAMANDO LA CIUDAD
Es un claro posicionamiento posthumanista  asegurar que la arquitectura no se debe de ocupar de los asuntos de ciudad sino que se debe generar con ellos.
Deducimos pues, que el viejo roll del arquitecto romántico que materializaba estilísticamente las ideas de los hombres del estado no se ajusta a las demandas de realidad contemporáneas. Esta obra es una prueba mas de la exigencia actual de creación de nuevos roles en la figura del arquitecto. Un arquitecto que detecte problemas, que proponga ideas y que las materialice. Una materialización mediante oficio pero también mediante gestión institucional, gestión normativa y burocrática.

Bajo esta demanda podemos empezar a tratar de la creación de situaciones urbanas inéditas mediante ese interesante concepto, manejado por Andrea Ruby, que es la re-programación.

La re-programación de las ciudades podría definirse como la generación de atmósferas en la era de la electrónica. Pero el concepto no pasa necesariamente por analogías directas con el mundo de la tecnología, con lo relacionado con el espacio virtual y con los flujos de información En definitiva es excesivamente académico encajar inevitablemente a la nueva arquitectura re-programadora en única y estrecha relación con los avances tecnológicos y los medios virtuales.
El re-programador es un antropólogo, nunca un esteta. No es un activista, es un observador en buena forma física. Trabaja con arquitectura de apuestas que en el futuro jugará también a mejorar el mundo. Quizás sea continuador de una arquitectura anterior a la cristiana y a la moderna, que conoce, pero por otros medios y caminos.

La intervención de Cartagena es toda una alusión directa a lo que es re-programación. Hay que incorporar, hacer inteligible, a la ciudad una montaña que tiene cuevas que fueron en origen refugios antiaéreos para las bombas de Franco.
Una actitud con imaginación productiva nos lleva a adecuar urbanísticamente esa montaña colocándole un ascensor y adheriendole un edificio-lobby, que alberga las oficinas de turismo, por delante del acceso a unas grutas evolucionadas hacia un optimista y didáctico museo de la guerra.

Claro, lo que se propone, en lo que trabajamos los arquitectos al final, es en puro hardware. La gestión futura, la alimentación del “frankestein” depende de unas Instituciones que tienen la responsabilidad de la correcta aplicación del software necesario. Dicho de otra manera el hardware es la materia arquitectónica pensada para ser gestionada por un software institucional.


ACTO TERCERO: MANIFESTACION DE SINERGIA
El resultado de esta re-programación post-humanística es una clara manifestación de auténtica sinergia urbana. La suma de los ingredientes que configuran el proyecto completo, la suma de situaciones híbridas entre lo canónicamente arquitectónico y las infraestructuras mas tradicionalmente identificadas con tripas de ciudad, es superior a la suma de los propios elementos.
Si, la desacralizada gruta convertida en museo se resuelve inteligentemente haciendo casi nada: un sencillo mallazo electrosoldado unifica, artificializa, empapelando los irregulares paramentos. Unas serie de ciegas pantallas plegadas de hormigón, se adosan a la ladera. Se accede y se ilumina entre ellas y entre toda la serie de planos y la pared rocosa se crea el uso de oficinas. De todo este conjunto se accede a una simbólica torre-ascensor potenciadora, desde dentro y desde fuera, de la singular y valiosa geografía. Un puente metálico une la cúspide de la torre con el “piso de arriba” de las grutas, un parque en la cima de la montaña desde el que podemos ver la danza de submarinos en maniobras que se repite casi a diario en el puerto de Cartagena. Y además todo el conjunto se asienta en una maravillosa alfombra-pavimento que se desborda por la calle Gisbert. En fin, energía pública positivamente canalizada.
Pero lo trascendente no son los objetos sino la interacción entre ellos, el discurso arquitectónico sobre ciudad obviando lo uniobjetual.


Bien, ¿pero cual es el asunto fundamental?
Hay una anécdota (3) sobre una reunión entre prestigiosos abogados en los que un estudiante primerizo comenta que tiene la sensación que en una batalla legal consiste mas en disputarse cual es el asunto fundamental en vez de ir en pos de la verdad, a lo que le contestan: ¡¡Te has saltado los dos primeros cursos de carrera ¡¡
Como sabemos que no hay verdades absolutas defendemos que el asunto fundamental de este proyecto es el que contiene una declaración de auténtica política. Pero de esa política que etimológicamente es lo relativo a la “polis”, a la ciudad, de esa la política que un Canciller humanista definió afortunadamente como el arte de lo posible.

(1) Qart-Hadast, significa NUEVA CIUDAD, luego Cartago Nova
(2) David Mamet, defiende que una estructura dramática no es una invención arbitraria, es una codificación orgánica del mecanismo humano para ordenar la información
(3) David Mamet“Los tres usos del cuchillo” 1998